“Tomando como punto de referencia el enfoque irónico del autoposicionamiento como “mal artista” pasaba a retratar mi papel como creador dentro del sistema del arte. Lo importante de afirmarse como mal artista es, precisamente, que conlleva implícita la afirmación de ser un artista, a pesar de no entrar dentro de los cánones estándar de lo que sería ser un artista de éxito. Implicaba pues, al mismo tiempo, una reflexión sobre qué es tener éxito y qué es el fracaso.
Esta realidad se ve reflejada en numerosos elementos de lo cotidiano, sobre todo en las redes sociales. Estas aplicaciones, diseñadas habitualmente para mostrar un mundo feliz, son contenedores de imágenes o mensajes, conocidos como memes, que utilizan el humor para mostrar situaciones ridículas pero que todo el mundo sufre y con las cuales gran parte de los usuarios se identifica. La perfección que nos quieren vender es atacada directamente y muchas veces desmontada por los memes. A través de lo cómico muestran una realidad desencantada, una sociedad rozando la apatía y resignada con su situación. Apropiándome de elementos de lo digital y lo viral, usando lenguajes que en ocasiones recuerdan a lo publicitario, e imágenes relacionadas con los media, construyo mi propio universo personal en el que intento hacer un retrato de la sociedad contemporánea. En ocasiones, este retrato es más intimista y personal, centrado en una perspectiva más cerrada y en una visión más singular. En otras, surge un lado más políticosocial, atacando problemáticas más universales.”