Las piezas que presenta Miñarro en esta muestra se incluyen por derecho propio en esa tradición abstracta que celebra lo real y que permite el abordaje de las sustancias expresivas de la materia a través de sus propias incitaciones y búsquedas, esto es, a través de la proyección en el ámbito de las formas de cualidades sistémicas del mundo material como los equilibrios, los pesos, las fuerzas y las opacidades y transparencias. Tanto las esculturas como las pinturas que el autor nos presenta fijan su reflexión en el campo de los condicionantes estéticos de estructuras que pertenecen al dominio de la física. Quizá tenga que ver en ello su condición de arquitecto y una voluntad innata de que la obra «se tenga en pie», adquiera los rangos formales de la sustentación y la quietud.
Fernando Miñarro Mena ha construido, en esta exposición, una mirada que traza sus derivas en un territorio desconocido, en el que las intuiciones, la confianza en la capacidad expresiva de la materia, la organización de las fuerzas gravitatorias que se ordenan desde las formas, permiten el primer trazo de una trayectoria, de un camino. Se trata de una tentativa que avanza hacia los fundamentos primarios de la abstracción: a través de la construcción de color y de forma el mundo puede ser celebrado, reconocido y transformado.